Anoche recibí un bello e-mail de ella, donde en dulces palabras me decía que nunca me olvidaría y que necesitaba un depósito en la cuenta de una amiga para saldar una deuda importante. Hasta ahí todo bien, pero cuando en el siguiente párrafo me juraba amor eterno, tomé el teléfono y le avisé que habían hackeado su correo... hace seis meses se había ido con mi mejor enemigo.
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