Entradas Recientes

27 de agosto de 2014

Horóscopo


Todo que sucede en el Cielo se siente en la naturaleza y en la Tierra.
Johannes Kepler


Siempre he escrito muy buenos augurios en el horóscopo del diario, pero hoy, se cumplen dos meses sin que nadie del diario reciba su sueldo. Los dueño, son unos negreros duros y bien asesorados, pero no cuentan con una venganza sin el uso de mercenarios y, tampoco imaginan que en mi vaticinio diario, leerán impotentes su muerte.


20 de agosto de 2014

Amigo fiel





Cuento ganador del primer lugar en concurso: "Tenemos cuento: la USACH en 165 palabras".

Me sentía tan cansado que me dormí en una sala de la EAO luego de mi última clase de la tarde. Para cuando me despertaron los fuertes ladridos de un perro ya había caído la noche. Me levanté a encender la luz y me percaté que había perdido mis anteojos, desorientado y con la vista borrosa busqué en torno al banco donde estaba, pero sólo pude encontrar mi mochila. Seguí buscando unos minutos antes de salir derrotado al patio. No había nadie afuera, a excepción de la figura difusa, pero inconfundible de un perro, acercándose y moviendo la cola; le acaricié su cabeza, y me asusté al sentirla tan fría como el metal; el perro buscó mi mano con su gélido hocico y, sorprendido, rescate de entre sus fauces mis anteojos, sin pensarlo, saqué de mi mochila un paño para limpiarlos, mientras mi amigo se alejaba, luego daba un breve salto para sentarse sobre una pequeña plataforma y se quedaba tan quieto como una estatua.



13 de agosto de 2014

Muerta de celos



“El amor es fuerte como la muerte; los celos son crueles como la tumba.” 
―Salomón

01:00 AM fue la hora acordada. Pero llegó a las 03:03 AM, con su sonrisa eternamente radiante y su guadaña recién afilada. Molesta por su impuntualidad, sólo le di un beso en la mejilla...aunque debería haber hecho una escena de celos.




6 de agosto de 2014

Una mañana


“El café debe ser negro como el infierno, fuerte como la muerte y dulce como el amor.”
Proverbio turco

Es una mañana fría. Por el ventanal puedo ver el campo cubierto de una azucarada escarcha; a lo lejos escucho el canto de un gallo madrugador acompañado de un coro de ladridos. De pronto otro instrumento interviene, es el pitido de la tetera que me advierte que el agua está lista. Voy a la cocina, apago la llama y cargo la cafetera con una dosis de café arábigo. La máquina comienza su labor y cierro los ojos cuando el aroma inunda la habitación, en un tiempo que parece imposiblemente breve, el maravilloso líquido está listo; buscó una taza para servirlo, primero vierto sólo un poco, lo acerco a mi nariz y me embriago con su esencia, luego lleno la taza completamente. Pero me detengo un momento justo antes de dar el primer sorbo, al advertir mi deforme reflejo sobre el oscuro néctar.