A sus siete años Rómulo jamás había enfermado, incluso éste milagro había sido un caso de estudio pediátrico. Hasta que un día, al inicio del otoño, cayó en cama resfriado. Su cuerpo adolorido y la fiebre le impedía salir a jugar fútbol su nariz goteaba obligándolo a cargar con pañuelos desechables y la tos dejaba sus chistes a medio contar. Nunca se había sentido tan mal en su vida, quería que terminara su sufrimiento...deseó morir. Pero al tercer día de suplicio, resucitó de entre los muertos y se sintió mejor. Miró a su alrededor y vio a su madre sentada a su lado sonriente y agradeció más que nunca sus cuidados; escuchó afuera el murmullo de sus amigos y se sintió con más fuerzas...y agradeció en silencio estar vivo.
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28 de marzo de 2013
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2 comentarios:
Rómulo es un todo un Lázaro
de seguro sus amiguitos le gritaban desde la calle
-Levántate y juega
feliz jornada
Me gusta mucho el giro sorprendente que le has dado al relato para finalizarlo. Besos
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