Ella se llamaba Manuela y él se llamaba Manuel. Él vivía en la esquina y ella junto a él. Leían los mismos libros y ambos escuchaban a Gardel. Ella a él le gustaba y a ella él también. Un día se descubrió que vivían sobre una mina de Litio, por vez primera se separarían, Manuela y Manuel. Ella se convirtió en Abogada y él, también. Pasaron los años y en un viaje de trabajo, ella se sentó junto a él, se llenaron sus corazones de alegría, se volvían a ver. Ella tenía un hijo de nombre Manuel
y él una hija que la llamaban Manuela, aunque su primer nombre era Ester. Hubo estrellas en sus ojos y suspiros en sus palabras de miel, pero, ella había encontrado el amor de su vida y él, también.
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14 de agosto de 2012
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2 comentarios:
Weon, dedicate a esto. En serio, muu wena casi llore.
Este si que tiene gustito a Té con canela. Eso si, con el agregado de estar sentado en una silla de mimbre, con ese té en la mano, a la orilla de un apasible estero.
Y so riesgo de espantar poetas...
Muy bonito el texto
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