Les ordenaron formarse en fila, la primera de diez y el resto en orden decreciente hasta llegar a uno. Cincuenta y cinco segundos después aún no entendían. En eso se acercó el gobernador (¿o era el profesor?) y los comenzó a instalar uno a uno, tomándolos del brazo. Cuando terminó, los miró a todos a los ojos y les dijo: "¡Señoras y señores, están en orden decreciente!"..."¡Creciente!", gritó el solitario número uno. "¡Fusílenlo!", fue lo último que escuchó.
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3 comentarios:
Te pasaste amigo!, tienes un don especial para escribir sobre tantos temas con un dejo de ironía que siempre, hace sonreir.
Mu gueno!
Excelente amigazo de verdad muuu weno!!
Muy bueno tu cuento, me hizo recordar Cálculo Numérico con mi profe Vega que se ponía a meditar en las pruebas. Cuentan que si uno se fijaba bien, levitaba el viejo CTM.
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