Méndez sacó su arma en el preciso instante y mató a siete, luego lanzó el cartucho vacío contra la única luz encendida y cerró los ojos. Se concentró en los sonidos del almacén y consiguió escuchar a las ratas chillando frenéticamente bajo un toldo sucio a su derecha. Se acercó rápido y levantó de un tirón la tela descubriendo entre la estampida de roedores, un acuario gigante con una sirena dentro. Ella brillaba en la oscuridad y lo atraía seductoramente, en ese momento, entró la señora Méndez y acribilló la criatura sonriendo.
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1 comentario:
Weon. Mas que weon, casi hermano. Si algun dia me diera cuenta que te dedicaste a escribir y ganarte la vida con esto que tanto te gusta, puta que me pondria contento. Feliz.
Gracias por su cuento, esta la raja. Eso si, fueron mas de 7 los que mate.
Un abrazo.
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