Si alguna vez me pierdo, que me busquen en una estación de tren.
Carlos Ruiz Zafón
Se escondieron dentro del tren antes que saliera de la Maestranza de San Bernardo. Nadie los vio subir. Nadie se percató de sus pequeños cuerpos disimulados bajo unos sacos sucios de carbón. Nadie escuchó sus risas apagadas. Nadie descubrió quien tocó el silbato de la locomotora, sin ocupantes luego de llegar a su destino final. Nadie imaginó que se durmieron al fondo del lugar más caliente que encontraron y que el maquinista del día siguiente era tan sordo como una tapia. Y hoy, nadie imagina que aún continúan con sus travesuras, pero ahora, seguro que nadie los ve.
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