Un día simplemente dejó de llover, luego, los ríos comenzaron a secarse lentamente y el mar se transformó en una enorme joya de sal. Entonces, sin muchas esperanzas plantamos semillas de lluvia y, tres noches después, brotaron del suelo aquellas milagrosas gotas de vida y regocijados las cosechamos a la luz de la luna.
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30 de julio de 2014
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