El pescado estaba servido, pero los comensales no llegaban. Era extraño: ella envió las invitaciones con anticipación. Pero estaba sola y hambrienta, con su plato frente a ella. De pronto escuchó un golpe seco que provenía del exterior y salió rauda a mirar por la ventana, esperando que fuera algún asistente, pero sólo era un coco que cayó desde una palmera cercana. Volvió a sentarse y pensó en lo maleducada que era la gente en esta isla solitaria. Mientras que, como desde hace un par de años, sólo el ruido de las olas le hacía compañía.
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29 de agosto de 2013
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1 comentario:
que triste panorama
pero mejor sola que mal acompañada
abrazos
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