Aún no cantaban los gallos cuando llegamos a las chacras. Encendimos una fogata y tomamos un café. El fuego y sus colores fueron mi falsa alborada hasta que mientras bebía el último sorbo de mi taza, un amanecer esplendoroso me saludó tras los cerros. Los gallos cantaron alegres y los fantasmas escondidos en la neblina huyeron despavoridos...podíamos comenzar a trabajar.
Dedicado a mi papá José Luis
2 comentarios:
ganarle al alba es experiencia enriquecedora
bello relato
mi padre hacía lo mismo antes de venirse a STGO a buscarse mejor vida
abrazos
Un relato muy emotivo y evocador. La ilustración como siempre genial. Un beso
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