Sí te hubiese tenido así de cerca hace veinte años, no habría dudado en besarte. Ahora, apretados en el metro, ni siquiera me reconoces tras mi larga barba, mi pelo grasoso, mis ojos virtuosos y mi ropa seminueva. Sólo miras a otro lado con un brillo de asco en tus ojos azulados.
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10 de septiembre de 2012
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1 comentario:
Cómo nos cambia la vida!
Muy buena tu parada.
Besitos.
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