Busco en el arte, la chispa primigenia que nos dio vida, esa misma que da fuerza a mi corazón, esa que me hace ser humanamente distinto, originalmente igual a todos, que me permite llorar y reír, que me permite acompañar y abandonar, que me permite soñar.
Sueño cada día, cada segundo, hasta decir NO BASTA, y respeto a los que sueñan y compadezco a aquellos que han tenido la valentía de olvidar sus sueños.
Luego, la realidad me golpea, grandilocuente y fútil, pero palpable y sensual, y no puedo evitar el impacto vesánico de esta realidad dolorosa, que me enseña, me forma y por suerte, a veces, me olvida.
Finalmente con arte en el cuerpo, es que vivo. El arte es nativo maravilloso y natural, en mi afán de soñar.