Entradas Recientes

19 de febrero de 2014

Belleza interior


Miró sus formas con atención: las curvas suaves de su torso, la forma preciosa de sus huesos, el arco preciso de sus senos perfectos, la hipérbole de su espalda lista para congregar mil caricias, finalmente, se detuvo en el claroscuro de su corazón, pero ahora se imaginó a si mismo poniendo la oreja junto a su pecho y escuchando sus latidos y sintiendo el calor de su piel transparente, entonces volvió a la realidad, guardó la radiografía y la llamó por el intercomunicador para verla por primera vez.



12 de febrero de 2014

El cuerpo


Ahí está el bulto cubierto con un saco viejo, unos dedos arrugados sobresalen como queriendo escapar de su destino mortal. Tengo miedo, no quiero acercarme, me podrían inculpar por el crimen, pero la curiosidad me incita, me engaña y me dice que no es nada, que esos no son dedos, en verdad son unas zanahorias secas. Me acerco un poco más, el pavor arremete de nuevo, doy otro paso más, algo se mueve y un ratón escapa desde debajo del saco, lanzo un alarido de terror y siento el gusto ácido del vómito en mi garganta pero aguanto. Un miedo saca otro miedo y por un momento olvido que hay un muerto bajo el saco y con una valentía renovada destapo el montón de zanahorias secas que olvidaron de la última cosecha.


7 de febrero de 2014

Pickle


El capitán cerró todos los picaportes de la pesada puerta de su habitación y además la atrancó colocando un enorme armario y su escritorio frente a ésta, una vez lista la barricada, se sentó a descansar mientras contaba los sacos de comida, el agua y las municiones del cañón amontonados contra las paredes. Los malditos idiotas podrían armar un motín, pero se morirían de sed y hambre a menos que recalaran en el puerto más cercano, entonces él podría escapar y bajar a escondidas a buscar algunos buenos mercenarios sedientos de sangre para recuperar su adorado barco. El capitán los conoce bien, son un montón de piratas tan idiotas como malolientes, ahora sólo le queda descansar y esperar atento. Cerró los ojos y se desató la pata de palo para poder acariciar su adolorido muñón, entreabrió los ojos cuando escuchó el aleteo de su loro Pickle, pero cuando los abrió por completo ya era tarde, el maldito pajarraco ya apretaba el gatillo del arma mientras gritaba: ¡idiota!